Devoción y tradición vienen de antiguo. Las más importantes creencias son aquellas que suelen hundir sus raices más hondo y ésta, al decir de la Iglesia, se remonta nada menos que al siglo V, cuando Santo Toribio, que fuera obispo de Astorga, regía la diócesis. Dicen que Toríbio, desalentado por la intransigencia de los habitantes de entonces, abandonó irritado ia ciudad diciendo que si alguna vez necesitaban agua para los campos tendrían que pedírsela a su hermana, la Virgen del Castro.
El caso es que, desde entonces, muchas veces ha necesitado agua la comarca y hubo que rezarle para conseguirla. Y lo cierto es que nunca falló. Desde entonces ha sido la Patrona de lo que luego sería la Maragatería.
Sale la Virgen de su santuario de Castrotierra precedida por los altísimos pendones de diez a doce metros de altura que representan a loe pueblos cercanos. Ahí está el primero, el verde de Santa Marina, el rojo de Nistal, los de franjas de Barrientos, Villalís, Huerga.... y así hasta cerca de cuarenta.
Pendones al Viento
Son pesados mástiles de madera de eucalipto o castaño, con las telas de vivos colores batidas fuertemente por el viento. Los porteadores, al igual que antaño los colocan en el cinto. Para manejarlo se ayudan del llamado remero, quien, mediante una cuerda, procura que esté siempre con el viento a favor. Y de pronto alguno de estos jóvenes se anima, lo saca del cinto y lo mantiene sobre la mano en equilibrio. Hay que verlo para creerlo.Otros lo colocan sobre la cabeza, el hombro o el pié, o los sostienen mientras alguien trepa por el mástil. Quien alguna vez ha intentado llevar uno de estos pendones sabe la hazaña que ello supone.
Tras el último pendón van las mujeres portando las cruces parroquiales, auténticas joyas en muchos casos. Y es tanta su fe que algunas llevan ya paraguas para la vuelta aunque ahora sirva para protegerse del sol.
Son casi dieciocho kilómetros campo a través echando mano de la bota de vino para aguantar el trayecto. Al llegar a Astorga, la Virgen es limpiada del polvo del camino en un convento cercano. Luego permanecerá en la catedral durante nueve días, para que le recen el novenario, tras lo cual volverá a su ermita de Castrotierra atravesando los campos.
Mucha gente dirá que son antiguas supersticiones, pero aquí, en esta comarca situada al pie del Teleno, el monte más alto de la provincia, raro es el campesino que no piense en el milagro y, se crea o no, la Virgen siempre atiende la súplica de sus devotos. A veces es la última esperanza.
LAS PRIMAS DE LA VIRGEN
• Curiosos parentescos unen a las Vírgenes. Así, a la del Castro sale a recibirla en Astorga una prima, una de las siete que se visitaban antes unas a otras: del Castro, del Camino, de los Remedios, de las Ermitas, del Caño, de la O y la Porterina.
• El pendón tiene diferentes partes. La vara es un tronco de árbol con estrías en la parte baja para poder agarrarlo mejor. La tela se llama manta y suele ser de seda. Los cordones son cuerdas de seda que sirven para orientarlo. La cincha es el cinto donde se coloca la vara para llevarlo.
• Hace años, la Virgen fue despojada de joyas y manto y también dañada. Cuando salió restaurada se decía que no era ella y, por tanto, no llovía. El obispo proclamó su autenticidad, pero el mejor comentario fue el de la devota, que después de mirarla exclamó: «Está más alta y delgada, pero es la misma».
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