La Virgen de Aranzazu fue la cuarta imagen coronada de España y es patrona de Gipuzkoa desde 1918. Símbolo religioso de primer orden en el País Vasco, no son pocas al Arantxas que en su nombre llevan a la Virgen que vive a las faldas del Aizkorri.
La imagen antes tenía un camarín de plata y estaba adornada con lujosas capas pero tras la reforma del templo a mediados del siglo XX se prefirió exponerla con el cencerro junto al que apareció y sobre un trozo de espino, haciendo referencia al momento de su aparición al pastor Rodrigo de Balzategui en el siglo XV. De esta manera cada vez que la vemos nos convertimos un poco en el humilde pastor encontrando la Virgen, ya que si nos hemos desplazado a este remoto lugar en medio de las montañas es para encontrarnos con Ella. A ello colabora la decoración del templo con torres que evocan al espino así como la del ábside que recrea el paisaje de alrededor.
Según la tradición su aparición acabó con las disputas de los vecinos de los pueblos cercanos y además trajo el agua en momentos de sequía.
La pequeña imagen sólo mide 36 cm. y pesa nueve kilos. Es de piedra policromada, lo que seguro que ayudó a su preservación en los tres incendios que acabaron con los templos anteriores. Es curiosa la absoluta desnuez del Niño y su colgante pintado al cuello con forma de Cruz.
Debido a la pequeñez de la imagen, desde la nave del templo apenas se aprecian los detalles, por lo que es preferible llevar unos prismáticos o mejor aun, si vemos a alguno de los padres franciscanos que cuidan el templo, pedirles amablemente que nos enseñen el camarín de la Virgen para poder verla más de cerca.
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